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The Last of Us ha sido un éxito a todos los niveles y es, sin duda, uno de los mejores juegos del año y de la generación. Pero, ¿cuál es el ingrediente secreto del título de Naughty Dog?
Todos los grandes juegos a lo largo de la historia, se han caracterizado por sobresalir en algún aspecto concreto. Ese detalle por el cual destaca frente a todos los demás.
En The Last Of Us no es fácil verlo, porque no es fácil diseccionar un juego tan pulido en cada uno de sus apartados, donde cada pieza del puzzle está tratada con mimo pero por separado una no tendría sentido sin las demás.
¿Cuál es el ingrediente entonces? La pasión creativa.
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En una industria de secuelas triple A, encargadas por grandes empresas más preocupadas por las cifras que por ningún tipo de componente artístico, nace un titulo AAA como este.
Cuando nadie lo pedía, en la cresta de la ola por el boom“Uncharted”, Naughty Dog se tiró a la piscina desarrollando el juego que, simplemente, querían hacer. Nacido desde la creatividad, la inquietud y el amor por los videojuegos. Y gracias a los anteriores éxitos de la desarrolladora, Sony les dio el visto bueno, sí, esa empresa fabricante de teles. Milagro.
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Y es que, si por algo destaca The Last of Us es por la pasión, el mimo y el cuidado que ha puesto Naughty Dog en su bebé.
Cada pequeña pieza del mencionado puzzle está pulida hasta el extremo para hacerte olvidar que estás en el sofá de tu casa con un mando entre las manos. Inmersión: lo que buscan todos los juegos y muy pocos logran, hacerte sentir dentro de ese mundo.
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The Last Of Us te atrapa porque busca que te creas su mundo a toda costa. Empezando por el enésimo universo post-apocaliptico. No inventa la rueda en este sentido, hemos visto decenas de juegos y películas con esa temática, pero la diferencia es que ND consigue hacerlo suyo.
Las referencias e inspiraciones están ahí, son claras, huele a la América de Cromac McCarthy por cada uno de sus poros, pero sabe diferenciarse a base de recursos propios creando un universo y contexto únicos, en el que gran parte de la culpa la tienen los personajes.
Y es que si por algo destaca el argumento de The Last Of Us es por ellos. Ellos son los que toman las riendas de la historia y nos guían por esa América post-apocalíptica. La clave argumental se centra en su crecimiento durante el transcurso del viaje. Poco importan ciertos clichés del género o algunos momentos tópicos, cuando tienes a los personajes más profundos y mejor desarrollados que has visto en mucho tiempo. El magnífico guión se encarga hacerlos creíbles, de construir personalidades, de hacer personas: Joel y esa manera de contener reacciones y emociones, Ellie y su evolución coherente, demoledora. Incluso los personajes secundarios en los que apenas se profundiza, consiguen parecerme auténticos con un par de pinceladas, no es necesario más.
Naughty Dog entiende que, para que un personaje sea profundo no tiene por que contar su vida y sus traumas. Lo que no se expresa con palabras, se logra con el tono en la voz, un gesto, una mirada…
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Las cinemáticas se encargan de hacerte creer todo eso, y son las mejores que he visto nunca. Así, sin vaselina.
La dirección en cada una de ellas es magnifica, el ritmo y montaje son de una calidad excepcional. Es increíble el cuidado que hay en cada una de ellas, las increíbles animaciones faciales, creadas a mano por Naugthy Dog sin captura de movimientos, consiguen que dejes de ver polígonos, que veas seres humanos. Y las interpretaciones de los actores son las mejores del medio sin lugar a dudas, están a otro nivel. Obligatorio es jugarlo en versión original. Troy Baker ES Joel.
Narrativamente no pretende revolucionar la industria, de hecho, es de lo más convencional, pero las escenas funcionan especialmente bien en forma de elipsis, con una ajustada duración. Y nunca te sacan del juego, todo lo contrario, ayudan a sumergirte. Toma nota, Hideo. La increíble banda sonora firmada por Gustavo Santaolalla pone la guinda del pastel a esas cinemáticas: pocas veces imagen y sonido han sabido fusionarse tan bien dentro del medio.
En lo jugable, estamos ante una aventura lineal, con sus situaciones escriptadas, perfectamente introducidas. Se agradecen por escasas, porque saben sorprender justo cuando toca y contrastan con las set-pieces de acción y con los momentos puramente contemplativos. Estas secciones contemplativas sirven para detener el ritmo, la calma que precede a la tempestad, y funcionan especialmente bien a la hora de introducirnos en ese mundo de naturaleza impasible, en el que las paredes, las estancias y los edificios cuentan su propia historia. A través de pequeñas y constantes conversaciones opcionales con Ellie, aprendemos más de ese mundo devastado y de los propios protagonistas. Y precisamente son éstas conversaciones las que consiguen hacer creíble a Ellie. A través del guión, de los gestos y su forma de expresarse consiguen hacerte olvidar que estás ante una IA controlada por la maquina. Esos pequeños detalles in-game en los que se ata los cordones, limpia su navaja o saca su cuaderno para contar chistes. Pulsa triángulo para chocar los cinco.
Los escenarios son lineales, pero lo suficientemente amplios como para incitar a la exploración. La escasez de recursos como balas u otros elementos alientan a explorar cada rincón. No estamos ante el típico loteo innecesario, todo tiene su razón de ser y está bien metido en el contexto. Somos supervivientes, y sin esos recursos estamos bien jodidos. Y esto también se aplica a la acción, matamos para sobrevivir y hay mucho hijo de puta suelto dispuesto a matarte. Naughty Dog busca hacer creíble el mundo de The Last Of Us, de nuevo la palabra clave es inmersión.
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Las secciones de acción, el grueso del juego, siguen por esa linea del realismo. Los enfrentamientos contra humanos o infectados están muy diferenciados, pero si algo tienen en común es que el sigilo es la mejor opción para lograr sobrevivir. Los infectados nos superan en numero, son agresivos e impredecibles, pero los peores son los Clikers, la seta en su cabeza les impide ver, son como murciélagos y al mínimo sonido irán a por ti.
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Un mordisco y date por muerto. Esto incrementa la tensión en el jugador, donde otros buscan accesibilidad, The Last Of Us quiere que sientas el miedo de saber que en cualquier momento puedes morir, y vaya si morirás, sobre todo en las dificultades más altas, que es como debe jugarse. El sigilo en los enfrentamientos contra humanos siempre es el primer paso, pero es fácil que la cosa se tuerza y toque improvisar.
Y esa es la clave de cada combate, improvisar y apañartelas para sobrevivir. No estamos ante un shooter normal, cada bala es un tesoro, no hay coberturas propiamente dichas y si recibes un tiro una animación te tira al suelo, recordándote que eres uno más. Cada combate se siente sorprendentemente realista, violento, tenso. El sonido de los disparos, la brutalidad del cuerpo a cuerpo y la estupenda inteligencia artificial de los humanos consiguen que te sientas a punto de explotar por la tensión.
Y es que la IA en los combates sorprende por como se adapta a cada situación, no es perfecta, pero está muy por encima de la media. Ellie procura no molestar ni ser una carga y de vez en cuando te ayuda salvándote el culo con su navaja, sorprenden esos momentos por escasos y naturales. Una niña de 14 años no va a ser una asesina en potencia, la mayoría del tiempo está escondida y te lo crees porque se siente como una situación real.
La IA a la hora del sigilo no funciona tan bien, se ha criticado mucho que los enemigos no ven a tus compañeros, una clara decisión de diseño para no penalizar al jugador por culpa de un fallo en la IA, seria frustrante. Pero aunque justificado, sigue siendo chocante ver alguna situación en la que Ellie pasa por delante de un enemigo y éste ni se inmuta. Rompe esa inmersión tan mágica.
Quizás se excede en la cantidad de cadáveres que dejas a tu paso, pero cada enfrentamiento está justificado, dentro del contexto y nunca dejan de ser creíbles y emocionantes. Cuando crees que empieza a hacerse repetitivo, sabe sorprender con una situación nueva o alguna sorpresa. Nunca dejará de fascinarte hasta el final.
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En definitiva, los perros traviesos lo han vuelto a hacer.
Sin revolucionar o innovar, saben mirar donde nadie más lo hace. Donde otros se preocupan por hacer sentir cómodo al jugador, ellos quieren que te revuelvas de tensión en el sofá. Donde otros descuidan detalles que parecen no tener importancia, ellos se fijan en cada punto porque saben que la inmersión es la clave de todo. No es perfecto, ningún juego lo es, pero consigue que pases por alto todos esos pequeños fallos, porque no son nada ante la cantidad de virtudes que alberga.
The Last Of Us es el juego que siempre he querido jugar. Como amante de las grandes historias, como amante de las grandes experiencias. Durante una semana he realizado un viaje hacía lo más profundo de la naturaleza humana, maravillándome, emocionándome, sufriendo y reflexionando. Me he sentado ahí, junto a unos personajes increíbles, sutiles, complejos y maduros por primera vez en el medio. Naughty Dog ha madurado, se ha hecho mayor y eso se refleja en el juego, tratando al jugador como a una persona adulta e inteligente. Han creado una obra maestra, nacida enteramente de la pasión por lo que hacen, de la más pura creatividad y no de un estudio de mercado.
The Last Of Us es uno de los mejores juegos que he tenido el placer de jugar y donde otros todavía intentan llegar al nivel de Uncharted, Naughty Dog ya ha dado el siguiente paso. Ellos marcan el camino a seguir. El camino hacia la madurez en la industria.
Es uno de los mejores juegos de la generación. Uno de los mejores juegos de la historia. Uno de esos juegos, que dejan cicatriz… [10/10]
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